Raza de perro galgo español

La raza galgo español es originaria de España y es de las denominadas lebreles (razas caninas cuya constitución física les hace estar bien dotados para la carrera) además de ser una raza pura, es decir no ha sido consecuencia del cruce de otras razas de perro.

Historia del galgo español

Se dice que sus principales ancestros se encuentran en los perros faraónicos egipcios, habiendo referencias escritas sobre ellos hacia el siglo II a.C.

El galgo español ha sido utilizado en la caza mayor en monterías y para la caza de liebres en campo abierto, donde este can atrapa a la presa tras una persecución sin la ayuda humana, teniendo actualmente esta práctica carácter deportivo aunque diferentes asociaciones están en contra de esto.

Hace tiempo, esta raza canina se cruzaba con el galgo inglés para conseguir ejemplares más rápidos para las carreras en los canódromos, si bien está casi erradicada esta práctica ya que el galgo español estuvo en peligro de perder esa pureza de raza que le caracteriza y que gracias a la genéetica depurada están a salvo de la displasia de cadera que otras razas de esta misma talla padecen.

Este úlimo tiempo no es raro ver este perro como animal de compañía, ya que es bastante noble, tímido y se adapta bien a la vida en una casa.

Características del galgo español

El aspecto del galgo español es delgado y atlético, con las patas largas que le permiten correr muy rápido, pudiendo llegar a los 60km/h.

La altura de esta raza de perro es de 62-70 centímetros a la cruz en los machos y de 60-68 en las hembras, siendo característico su pelo corto, liso y muy fino, aunque tambien los hay con pelo más largo, pero siempre homogéneo en todo el cuerpo teniendo barba, bigotes y tupé, habiendo muchos colores de pelaje.

La mayor parte del tiempo en casa será pasivo, pasando casi todo el día durmiendo siempre y cuando se satisfaga su instinto atlético con paseos largos o carreras regulares.

Una de las peores cosas es que muchos de ellos han sufrido malos tratos por parte de sus cuidadores, ya que no han alcanzado las espectativas que habrían querido o que simplemente se desacen de ellos despùés de la temporada de caza, siendo frecuente encontrar ejemplares de galgos quemados, ahorcados o envenenados, siendo una minoría los que se salvan por suerte, siendo estos adoptados cada vez de forma más habitual por personas que viven fuera de España.